La exposición Las caras de Barcelona propone una visita a la ciudad como si fuera la primera vez. La exposición no determina ni resume qué Barcelona es la más característica. Al contrario, plantea puntos de partida (la gente, los mensajes, las fiestas, las calles y los edificios, las culturas) a partir de los cuales el museo pretende que reflexiones y que dudes.
La gráfica creada se mueve en dos ejes principales: primero, separar visualmente las áreas a través del color y los mensajes tipográficos que te ubican en el tema y segundo, una trama de líneas que interrelaciona las áreas y invita a un recorrido libre igual que el que haces por la ciudad.
La comunicación realza el valor crítico de la exposición confrontando la idea preestablecida y la realidad de la ciudad.